Gorillaz estrena su octavo álbum de estudio llamado Cracker Island, en el que la mezcla de sonidos construye un mundo alternativo, incómodo y lleno de misterios. Cuenta con diez canciones de las cuales seis son colaboraciones con otros artistas, entre los que destacan Stevie Nicks, Thundercat, Tame Impala y el puertorriqueño Bad Bunny. El álbum ya se puede escuchar en plataformas como Spotify.

El disco se abre con el funky melódico de «Cracker Island», donde el bajo de Thundercat pone el funk y Albarn la melodía, y que es una digna sucesora de «DARE». Luego llega «Oil», la que creo que es mi canción favorita del disco, un tema synth pop con acústicas en el que Albarn es acompañado en las armonías por la voz de la gran Stevie Nicks, cantando cosas como «Individual actions change the world/ Fill them up with love». «The Tired Influencer» suena a Wayne Coyne producido por Kurstin, psicodelia pop sobre un mundo en el que ya nada parece real («Just trying to keep my head up, but nothing real anymore/ In the world of the tired influencer»).

«Silent Running», el mejor de los adelantos, combina una guitarra funk con una gran melodía de Albarn, coronada por el mejor estribillo del disco, ayudado por unos preciosos sintetizadores. Kevin Parker es el colaborador que más huella personal deja y se puede ver “New Gold” como la suma perfecta entre Tame Impala y Gorillaz, el estribillo con su conocido falsete podría haber aparecido perfectamente en “Currents”. Por su parte, «Tormenta» funciona bien con un estribillo relajado y soleado y Bad Bunny haciendo lo suyo.

El álbum es el trabajo más cohesivo de la banda desde Plastic Beach (2010), y también el que más influencias pop tiene. Esto puede deberse a que fue producido por Greg Kurstin, quien ya ha trabajado con Sia y Adele.

Por Paola Ch.

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